Para la gastronomía, más allá de
los recetarios y libros de historia, el arte también puede ser un buen fondo de
documentación. Buen ejemplo de ello son los bodegones: conjuntos que alberga
gran cantidad de información tras la aparente casualidad del encuentro entre
alimentos y objetos de su composición.
Bodegón con servicio de chocolate (1770) Luis Meléndez |
Sitúan la utilización de ciertos
alimentos en determinadas culturas, los cubiertos utilizados o informaciones
mucho más elaboradas, como puede ser el caso de Bodegón con servicio de chocolate (1770) de Meléndez, en el que se
reúnen los utensilios e ingredientes necesarios para realizar un chocolate
caliente. Pero además se suma la incorporación de un cuenco rústico mexicano,
indicando tal vez la procedencia de la materia prima. Además esta bebida era
muy valorada entre la aristocracia española de la época.
En general, son obras que reflejan
los alimentos oriundos de una zona, propios de una clase social o típicos de
alguna fecha. Con toda la información cultural y social que ello recoge.
Aunque antes de continuar habría
que aclarar el nombre, para así resaltar con mayor exactitud la importancia de estas obras.
En España estas composiciones se
denominan como bodegones o naturalezas muertas. Pero ambas son incorrectas. La
primera no es correcta porque es un nombre genérico que se impone a este tipo de
composiciones y no suele ser acertado porque no siempre hay representadas una
cocina o una bodega. Ése sería el caso de las keuken (cocinas) de artistas como Joachim Beuckelaer en las que también hay una serie de
alimentos expuestos, pero bajo otras características. La denominación de
bodegón fue introducida por Francisco Pacheco en España, copiando esa idea,
para designar las escenas de género de su yerno Velázquez. Terminó por
generalizarse el nombre de bodegón, al no tener otra palabra específica.
Cocina bien provisionada (1566), Joachim Beuckelaer |
La segunda por su parte, es fruto
de una mala adaptación. Estas composiciones comenzaron a cultivarse en los inicios
del siglo XVII en Flandes y Holanda, bajo nombres como el de ontbijt –desayuno o comida ligera-, es
más, los anglosajones lo traducen a día de hoy como breakfast-pieces. A mediados
de siglo se impuso el genérico de stilleven. Los franceses lo tradujeron
como nature morte, y de ahí el español adoptó la denominación de ‘naturaleza
muerta’. Pero es una expresión inexacta pues stilleven quiere decir naturaleza inmóvil, quieta o incluso
callada, pero nunca muerta (los ingleses, por su parte, sí supieron
adaptarlo, bajo el nombre de still life
-naturaleza inanimada-). El motivo principal para considerarlo como una mala
traducción es que los objetos contenidos no están ni vivos ni muertos, y los
alimentos que aparecen, aunque puedan descomponerse o -en el caso de pescados,
mariscos o carnes- puedan haber estado vivos, no se los considera como
cadáveres, pues eliminaría el concepto de manjar que quiere imprimir el
artista.
Los bodegones (o naturalezas
inmóviles), al igual que le ha pasado a la gastronomía en campos como el
periodismo, se los ha tildado de inofensivos y simples objetos de deleite. Pero estas
composiciones van más allá de lo estético. Cada elemento está cuidadosamente
situado, de forma que se puedan apreciar todos los detalles de una granada
abierta, los reflejos de luz de una copa, o la textura de los manteles que
cubren las mesas sobre los que se sitúan los elementos que conforman el bodegón.
Por otro lado, hay una variedad de fórmulas en las composiciones, en las que se
juega con el tipo de fondo, que aunque suele ser oscuro hay variaciones como
las de introducir un paisaje –que se hiciera en siglos posteriores a su
creación-; o situar más o menos cerca la mesa de apoyo, lo que cambia la
perspectiva del espectador.
Además de la grandeza pictórica
plasmada en estos cuadros, en donde el uso de la luz, la perfección de las
texturas o los juegos de perspectiva dotaban de gran belleza artística a estas
composiciones, tras de sí hay toda una serie de teorías sobre su significado.
De nuevo, se le ha dado poca
importancia a los alimentos. Siglos antes de establecerse como género se
encontraban dentro de otras composiciones religiosas -por ejemplo-, lo cual fue
visto como algo indecoroso por la Iglesia Católica. Permitieron su
representación pero de forma individual, solicitando que dichas composiciones
se realizaran en cuadros aparte. La comida, necesaria para la supervivencia de
cualquier especie, se tornaba inadecuada, pecaminosa, recordaba a la
gula.
Bodegon con copa Römer, panecillo y limón (1640-43), Willen Heda |
Bodegón con alcachofa, cangrejos y cerezas (1618), Clara Peeters |
Aunque tal vez no iban
desencaminados en cuanto a la cercanía de los pecados. Holanda, país de origen
del género, se vio beneficiada por el comercio durante el siglo XVII, por ello,
hay corrientes que atribuyen el significado de los bodegones al hecho de querer
mostrar la abundancia de la que gozaban, como muestran las obras de Clara
Peeters o Willen Heda, en las que se representan ostras, mariscos y opulentos
objetos.
La religión se presenta en otra de
las teorías. Esta vez, por influencia de la Iglesia Reformada, pues la norma
de la corriente calvinista de 'representar lo que se ve con los ojos', podría
estar detrás del realismo y cotidianidad de los bodegones.
Para finalizar, otra de las teorías
que tal vez confiera mayor grandeza a los stilleven, sea la intención de
realizar una pintura que evocara sensaciones, no sentimientos. Sería el extremo
opuesto a la fastuosidad de las pinturas históricas con complicadas
iconografías, repletas de sentimientos. La creencia materializada de que era posible hacer otro tipo de pintura. Con los bodegones no era necesaria una elevada cultura. Llamaban la atención sobre los sentidos representando una amplia gama de texturas
y sabores de la vida cotidiana, a través de una aparente frialdad y
objetividad.
Estos conocimientos pueden enriquecer la mirada a la hora de
observar los bodegones, apreciando la infinidad de
detalles que se ignoran en elementos tan cotidianos como los alimentos así como
la cantidad de información sobre el entorno cultural y social que nos
proporcionan. O quizá eleven su importancia por considerarlos elementos de lucha contra los poderes
establecidos, tratando de ir contracorriente con algo tan aparentemente
inofensivo pero tan importante y efectivo como lo es la gastronomía.
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