El rosado, el vino que más quebraderos de cabeza da a los
enólogos por su elaboración, así como a los que lo comercializan por las
reticencias de los consumidores, parece que encuentra su sitio entre el
público español.
El pasado jueves se celebró en Madrid “Solo Rosados”, el primer salón de vinos dedicado a los rosados. Un total de 28 bodegas de todo España mostraron más de 40 referencias a los, aproximadamente, 800 visitantes que acudieron a la cita.
El pasado jueves se celebró en Madrid “Solo Rosados”, el primer salón de vinos dedicado a los rosados. Un total de 28 bodegas de todo España mostraron más de 40 referencias a los, aproximadamente, 800 visitantes que acudieron a la cita.
Este evento pone de manifiesto el interés creciente por este tipo de
vinos, olvidados y apartados, tal vez por la falta de calidad, tal vez
por la falta de interés del público, en favor de tintos, así como
blancos en los últimos años. “Es uno de los vinos que más trabajo nos
da, para el precio y el consumo que tiene luego”, dicen desde una
bodega; “No tengo vino rosado por copas, casi ni por botella, la gente
no lo consume, al final tiras dinero”, confiesan algunos hosteleros.
El problema de la calidad parece estar cambiando, pues, como algunos
entendidos adelantaban, en España los rosados ganarían prestigio y
terreno cuando se hicieran "rosados de verdad", sin querer aparentar ser
blancos ni mucho menos tintos, si bien es cierto que la calidad en
muchos rosados estaba presente desde hacía tiempo. Pero que haya mejoras
generalizadas, no implica que lleguen a oídos, y copas, del público.
¿Tal vez habría que empezar por comunicar las diferencias entre un
rosado y un clarete? O, mucho más fácil, aprovechar la temporada estival
debería ser suficiente campaña para relanzar estos vinos que refrescan
sin dificultad una calurosa tarde de verano, por ejemplo.
En este encuentro se reflejaban las mejoras del producto, el esmero en
nuevas etiquetas así como la gran calidad alcanzada, aunque sigue
habiendo rosados para todos los gustos y de todos los colores.
Una nutrida gama de tonos rosados se distribuía por las mesas de “Solo
Rosados”. Colores nada arbitrarios, marcados según las tendencias del
momento. Los magentas y frambuesas, compiten ahora de forma más marcada
con la moda de los vinos de la Provenza, de tonos pálidos y oxidados,
donde las alabanzas van dirigidas a los rosa palo y los piel de cebolla.
Pero las diferencias en estos vinos no sólo las marca el color.
Aún se pueden catar desde el rosado con cuerpo de tinto, hasta aquel
que en copa negra pasaría por blanco. Cualidades que, en ocasiones, son
defendidas y justificadas por la bodega. Pero, afortunadamente, la
mayoría se sitúan dentro de los parámetros de un vino con intensos
aromas a frutos rojos, que, con mayor o menor intensidad de color,
gracias a la suavidad en boca y su dulzor, se convierten en una
auténtica golosina.
Al conversar con los representantes de las bodegas de estos últimos
vinos, casi todos presumían de elaborar sus etiquetas mediante el
sistema de sangrado, a baja temperatura,…
Uno de esos casos, tanto en característica como en elaboración, era la
bodega La Legua (de la D.O. Cigales), quienes presentaban su nuevo
Rosado de una noche, cuyo nombre deriva del momento de elaboración.
También presumían desde Bodega Pirineos (D.O. Somontano), con tres
rosados para cubrir diferentes perfiles de consumidor, o diferentes
ocasiones, donde tomaba protagonismo por su éxito el vino de aguja
Alquézar Rosado, un vino refrescante y fácil, pensado para aquellos que
quieren introducirse en el mundo del vino. Aunque éste más enfocado a la
exportación, cuyo tapón de rosca daba clara muestra de ello. En este
aspecto coincidía bodegas Artazu (de la D.O. Navarra y con un rosado
100% garnacha, de intenso color frambuesa). Ambas afirmaban la
dificultad para introducir este tipo de cierre en España, el cual es
obligado para poder exportar a ciertos países. “Aquí prefieren antes un
tapón sintético. ¡Si es muchísimo más cómodo de rosca!”, “Es un vino
para consumir en el año, con un cierre de rosca es suficiente”,
comentaban. Si ya es difícil la comercialización del rosado, no lo será
menos con rosca, pero tiempo al tiempo.
Entre otras novedades estaba Excellence Rosé 2013 de Marqués de Cáceres
(D.O. Ca. Rioja), para el sector de la hostelería, en el que la
estrategia comercial había pensado precisamente en ese momento de
terraza en pleno verano, con una botella llamativa de color rosa claro y
un tono rosa pálido, muy en la moda de ciertos tonos provenzales. Entre
otros tonos de la misma línea, estaba los colores piel cebolla o salmón
claro, respectivamente del Azpilicueta Rosado o el rosado de bodega
Ercavio. Pero sin duda, dentro de esta tendencia, destacaba la palidez
del rosado de Ramón Bilbao, con uno de los tonos más sutiles de rosado
del encuentro.
En otro orden de cosas, también se podían catar varios espumosos, como
De Nit 2011 Conca del Riu Anoia de Raventós i Blanc, muy goloso; o, de
la misma bodega, Searching Bellersa, una prueba pendiente aún de
embotellar, entre otras referencias de marcas más que conocidas.
Faltaron algunas bodegas con grandes vinos rosados, pero no cabe duda
de la importante representación que supone el salón “Solo Rosados” y el
impulso que puede generar en su consumo. La calidad, la
publicidad, la apuesta por parte de la hostelería, el calor, o la suma
de todos los anteriores puede ayudar a potenciar el cosumo de los vinos rosados.
Las bodegas, al menos, ya están poniendo todo de su parte y el verano
está casi encima. Habrá que seguir sumando factores.
Artículo publicado en El Correo del Vino.
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