Es sorprendente cómo se ignora desde dentro del sector y los círculos en los que se alaba el vino lo poco conectada que está la gente con tal alimento fuera del mundillo. Se invierten esfuerzos en formar e informar, con mil y un datos,
pero olvidan entretener.
Algunas catas para principiantes se convierten en verdaderas clases
magistrales que, si bien están llenas de conocimiento, pueden abrumar a
los menos iniciados. Tal vez por eso se esté fallando a la hora de acercarse a
ese consumidor que podría interesarse por el vino y, sin embargo, sale asustado
con la idea de que para disfrutar de un vino hay que saber dónde se cultiva la
uva, todos los pasos de elaboración, la lista completa de nombres técnicos y
hasta el nombre de la madre que parió al bodeguero.
Por supuesto, hay un público que agradecerá este formato, y posee los
conocimientos suficientes como para saber aprovechar todo el contenido. Pero
hay que abrir el abanico de posibilidades. Desde el sector se quiere
fomentar el consumo de vino como disfrute pero ¿se puede disfrutar de un
alimento cuando casi se te está evaluando al catarlo?, ¿cuando el placer que te
produce el vino, aunque no tengas ni idea de cómo se ha hecho, se cohíbe por
miedo a decir algo fuera de lugar?
Afortunadamente, cada vez son más iniciativas las que quieren despegarse
de los formatos centrados en derramar información que arrasa con el interés de
los posibles consumidores. Algunas suman al disfrute del vino el de la música,
como en EnoFestival, en Madrid, donde los conciertos de música se armonizan con
las catas de vino, formato que se toma ahora para celebrar el próximo 19 de
julio Ribeiro Son de Viño (en O Grove, Pontevedra). O tal vez al séptimo arte,
como la Muestra Internacional Wine Film 2014 en Tenerife que se desarrolla
durante estos días. Y otras tantas iniciativas que escogen una atmósfera
desenfadada, unida al ocio para lograr conectar con el público.
Catas hedonistas, de múltiples formatos donde el placer debe ser el
factor embriagador. Suma de placeres que probablemente sublimará el goce de la
experiencia.
Otra de las posibles sumas son las múltiples que ofrece el sector de las
gastronomías: ya sea en una cena con diversos platos, o centrándose
directamente en el postre. Como en la cata de vinos y helados celebrada en De Vinos, un pequeño local madrileño al final de la calle Palma donde una vinoteca
ocupa desde hace unos años el espacio de lo que fuera una antigua mantequería.
Conservando los suelos originales de finales del siglo XVIII, una colección de
botellas de vino se disponen ahora en sus estanterías y el sonido de las copas
de cristal tintinea entre las conversaciones de barra que llenan el espacio.
La cata proponía el maridaje del vino y el helado con tres propuestas:
La primera de ellas, una copa de verdejo 100%, en concreto El Perro
Verde, con un sorbete de limón. El juego en este punto era comparar por
separado y luego en conjunto los diferentes matices de acidez. Una experiencia
para entrenar el gusto, conociendo además las características generales de ese
vino.
La segunda presentaba un helado de vainilla con una base de Pedro
Ximénez, de Romate, donde se cataba de una forma muy golosa los toques tostados
y uva pasa del generoso, suavizados por el helado. Combinación que más de uno
se anotó para futuros postres.
Y la tercera, en la que el vino no se servía en estado líquido, sino en
helado; elaborado con un vino 100% tempranillo, se podía intuir, tras los
toques de canela de la receta, el cuerpo sutil del vino.
Una cata salpicada de explicaciones puntuales sobre las características
de cada vino, con consejos para combinar postres y vinos, así como alguna que
otra duda que surgía en torno al vino.
Una propuesta para todos los públicos (mayores de edad), con la que no
salir corriendo, sino con la que quedarse curioseando entre la carta de vinos por
copa o por botellas que ofrecen.
Por supuesto, no es la primera vez que se hace una cata de este tipo y,
esperemos, no sea la última, pero se agradece que surjan alternativas para
introducir amplio y gratificante mundo del vino, que a veces se muestra abrumador.
A pesar de ello, es un alimento que puede disfrutarse sin ningún tipo de
conocimiento aunque la curiosidad por los procesos de elaboración, las
anécdotas de cada bodega así como un mayor conocimiento del mismo puede
incrementar de forma exponencial su disfrute.