Los anuncios de Estrella Damm siempre han sido criticados, o más bien envidiados, por el verano perfecto que siempre recogía lugares paradisiacos del Mediterráneo. En la mayoría de los casos, el argumento se guiaba por una historia de amor con final feliz y fiestas en la playa, con la cerveza como hilo conductor.
Este año, ese verano idílico se ha cambiado por uno más realista y familiar (ya sea por la época de crisis o por acercarse un poco más al verano de los consumidores finales de esta marca): una reunión con amigos en una casa de campo, en la que se improvisa una paella y hasta un concierto, protagonizado por Love of Lesbian.
Pero las críticas (esta vez sin envidias) no han cesado: por hacer fuego en el campo; por el chico que se tira en bici a una piscina (normal); por el beso entre dos chicas (¿en serio? no da pistas que el grupo musical que lo protagoniza se llame Love of Lesbian); incluso por decir que lo que están haciendo es paella.
Menos el último, todos los temas quedan al margen (en mayor o menor medida) de la temática de este espacio. Pero en cuanto al tema de la paella, habría bastantes cosas que decir.
Lo primero de todo es entender el contexto: amigos, diversión, vacaciones. Una combinación que no acepta corsés. Quejarse porque el arroz que están haciendo lleva cebolla (que por cierto, son calamares, aunque a primera vista parezca otra cosa), butifarra y no sé cuántas cosas más, y que por dichos ingredientes no se le puede llamar paella es ser bastante purista e intransigente.
La paella es una denominación para el arroz seco con diversos ingredientes que varían en función de la casa de cada cual. Es más, el nombre se lo dio el recipiente en el que se hacía, que era el que originalmente se llamaba paella, y no paellera, como hoy día. Además, ¿quién no ha estado comiendo en hogar ajeno y se ha visto sorprendido porque llevara o no guisantes, habas, calamares o azafrán? Otra cosa es que la hubieran llamado paella valenciana, o de marisco.
Por otro lado, el factor vacaciones y varios cocineros, más centrados en la fiesta que en la exactitud gastronómica, tienen como resultado una mezcolanza de ingredientes que puede sorprender incluso al ojo más atrevido.
En definitiva, lo importante de la paella, arroz o de eso que cocinan en el anuncio era mostrar el momento entre amigos, por más que critiquen si es paella o si denigra o no la cocina mediterránea. Pero paella o no, desde el punto de vista de la gastronomía o el social, qué hay más mediterráneo que la escena que reflejan: todos de juerga mientras un par cocinan, ingeniándoselas como pueden con lo que ha dado para comprar con el bote que, mayoritariamente, se ha fundido en alcohol o, como en este caso, más concretamente en cerveza.
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